Nota de mi cuaderno, hoy después de despedirme de tí:
No puedo contener mis lágrimas. Caminar buscando la Sala 18 e imaginarte dejando el aeropuerto me poseen por completo. Eres una niña. Eres mi mujer. Eres mi compañera y mi amiga. No sé si esto te moleste. Solo puedo decir que tenías razón: también eres una mamá. Supongo que todos los hombres caemos en esa situación en algún momento. Tengo la sensación de que cuando lo mencionaste por él te referías a alguna otra faceta de la relación hijo-madre. Yo lo digo en ese sentido en el que una mamá es un refugio y fortaleza para un hijo: una fuente de quietud y paz espiritual. Ese lugar al que llevo mi corazón cuando me siento aterrado, triste y solo; la persona que evoco cuando pienso en la bondad más desinteresada y la ternura más inmensa que pueda existir. Eso es para mí una mamá. Hoy eres también una mamá para mí.
Esa parte fría y analítica de mí se pregunta por qué me siento así hoy. Me veo hace años y no me recuerdo así. No me veo así. No sé si me he reblandecido. No sé si solamente he perdido ya el control por completo y no puedo manejar mis emociones. En noviembre del 2005 no me sentí así. Creo que estaba ensimismado en mis ambiciones juveniles de ingenierillo...
Sí, tuve que comparar. Creo que pensamos que no debemos comparar porque vemos el resultado de la comparación como 'A es mejor que B', categorizando a la gente como 'buena' y 'mala'. Yo digo que la comparación debe involucrarlo a uno como un elemento activo y hacerlo parte de la comparación. Con este enfoque, la comparación resulta en 'A es más adecuado para mí que B'.
Comparando entonces, puedo decirte que jamás me sentí tan envuelto por esta falta que apenas tiene unos minutos. Debe ser la combinación de todo: tú, mis experiencias, lecciones y aprendizaje, tus vivencias y la manera en que las reflejas en mí; tu intensidad y pasión por la vida y por nuestra vida juntos. Te admiro y te añoro. Te quiero y te deseo.
Te escribo mensajes con las ideas que escribo aquí. Supongo que estarás leyéndolos y respondiéndome...
Me llegan tus mensajes. Continúo enviándote las palabras que vuelco en este cuaderno. Siento tus palabras al leerlas en este lindo aparato que adoro tanto por venir de tí. Como una madre, como la madre que ahora eres; me inspiras confianza y tocas mi corazón tranquilizándolo. Me das paz y paciencia para continuar.
Abordo el avión.
Casi puedo sentir tus caricias Chinita preciosa. Me empiezo a quedar dormido ya en este avión que resulta gélido por tu ausencia. Me despierta la aceleración del armatoste despegando. Sigo bajo tu control, tu calor, tu cobijo. Gracias, gracias Mariluna.
Donde me senté había un bote de basura. Me senté a comer mi fruta. La fruta que con tanto amor dispusiste para mí. Le pusiste el quesito. No podía parar de llorar. Lo interesante y, que estoy notando hasta ahora, es que había una niña con su mami al lado de mí; igual, ahí paradas al lado de la sala de espera. La niña estaba llorando porque no se quería ir. La mamá le decía 'tranquilízate, no llores, vamos a regresar pronto'. ¿Acaso estabas haciendo tu magia de nuevo...? ¿eso fue adicional a tus palabras por SMS? ¿estabas hablando conmigo a través de esa mujer...?
You were marilunning. Siempre lo estás...
Te amo,
CM
Sunday, August 10, 2008
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