Traté de ordenar todo para preparar la salida del hotel. Tu compañía me ayudó a relajarme. De todas maneras me sentí mal, pensé '¿Para qué lo sacaste de la caja? Tenías que esperar a que ella estuviera presente...'
Después de varias horas intentando poner orden en el cuarto, mi desesperación empezó a crecer. Cada vez era menos probable que encontrara el control. Me comencé a inquietar más. Fue pasadas las 2 a.m., ya cansado y con el ánimo quebrantado que me percaté de que ya estabas dormida. Tu carita tierna y relajada me hizo meditar sobre aquello que realmente debo entender como importante en la vida: nosotros.
Sintiendo esa paz que me dio ver tu rostro desinteresado, soñador, tierno y tranquilo; decidí dar por extraviado el mando. Me pregunté qué me estaba haciendo tan incómodo el haberlo perdido, y me dije a mí mismo: 'Pues que no sé cuánto cuesta reponerlo.' Fue natural, y simple: se me ocurrió revisar el sitio de la compañía y con alegría noté que no era tan caro reponer el objeto extraviado. Puse la orden, pensando que debía resolverlo tranquilamente pero con firme decisión. Ya más tranquilo, inclusive se me ocurrió comprar el 'repuesto del repuesto', jijiji...
Hoy recibí el paquete.
¿Mi lección? Trataré de relajarme cuando tenga una situación incómoda frente a mí. Trataré de valorar más lo verdaderamente importante: nosotros.
Te amo,
CM
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