Monday, August 25, 2008

Intermezzo

Ahora sí. El intermedio. Siento ahora que sucedio tanto que debí haber ido tomando notas. No quiero perder detalles. Me dijeron que es distintivo de mi signo zodiacal el deseo por atesorar cosas, inclusive recuerdos y vivencias. Sea o no ésta una característica, sí deseo atesorar nuestras vivencias.

Este intermedio comenzó cuando te ví a través de la puerta que separa la sala de espera de el área de aduana. Traías esa banda azul en tu frente que me ha gustado desde siempre. Alta. Te ví erguida en todo tu esplendor. Feliz. Emocionada y alegre, sosteniendo el cartel que hiciste para recibirme. Prefiero no imaginarte mucho preparándolo porque tu ausencia me empieza a doler y mis ojos empiezan a inundarse por ese sentimiento agridulce tan inmenso que tengo por tí.

Bien, nos abrazamos y vimos por un largo rato. Difícilmente articulé frase alguna. La impresión de tenerte frente a mí entumió todo mi ser. Te abracé y besé todo lo que pude. Como queriendo cobrarle una deuda a la vida: me haces mucha falta, y aunque dentro de mi corazón vives y estás en todo momento, la manera en que te percibo por medio de mi cuerpo es el complemento ideal para la proximidad que siento entre nuestras almas.

Caminamos en una dirección dentro del aeropuerto. Comentaste que, de acuerdo a tu experiencia los taxis estaban en el sentido opuesto. Sentí que me equivocaba. Pero no siento mis errores y el que me los hagas notar como un reproche. Eres tan bondadosa y adorable que lo siento como una sutil palabra de aliento con la intención de hacerme mejor...

Yo rectifiqué e insistí. Seguimos y contratamos el taxi. La 'U. H. Infonativt Iztacalco' está en el área #3 en el mapa de cobro de los taxis. Pagamos 127 pesos mexicanos que yo ni traía. En otro tiempo me hubiera entercado con pagar el taxi. Hubiera (tontamente) pensado que suficiente hacías con ir por mí, que para qué pedirte más... Hoy sé que puedes hacer todo por mí. Todo lo que esté a tu alcance. Te sentí a mi lado. Nos sentí un equipo. Abordamos el taxi y, para mi grata sorpresa, en menos de quince minutos estábamos ya en la sala de tu casa.

Antes de irme me sentía como un náufrago a la deriva con un tesoro invaluable en su pequeña balsa: mi vida era una combinación extraña de una mujer maravillosa dispuesta a todo por mí; un departamento semivacío con polvo por todos lados, una pila de trastes sucios y un refrigerador sin descongelar; otro departamento con un trámite a medias que, por apatía, me parecía casi irreal; finalmente unos padres amorosos lastimados pensando que se equivocaron demasiado conmigo, que me hicieron una mala persona y que me hicieron mucho daño de niño. Esto me hace sentir una vez más que soy una falla. Mis padres me apoyan y aman, pero hoy necesito amarlos y recibir su amor sin apoyarme tanto en ellos. Quiero hacerles sentir que no están tan equivocados, que tengo un poquito de claridad y que no soy esa falla que temen haber hecho de mí.

En este flotar a la deriva, en ocasiones me sentí solo. No porque no sienta tu compañía, sino porque estoy cruzando un río y el dejar la orilla conocida me provoca esa sensación de soledad. Supongo que estuve cometiendo el error de 'Me Voy' ('¿por qué no escuchas lo que está tan cerca de tí? Solo el ruido de afuera y yo, que estoy a un lado, desaparezco para tí...').

A mi regreso, ya empezó a suceder algo especial. Algo que comenzó la noche en que ví a tu mamita por la cámara en la conferencia de IM. Ese proceso de amalgamiento que ocurre siempre que te relacionas con una persona: su familia empieza a ser tu familia y empieza a haber un contacto más cálido del que se tiene con las amistades de los miembros de la familia: me reconfortó e hizo sentir en casa el rostro familiar de tu tío Sam, conocí a tu dulce y tierna abuelita y ví de nuevo a (S|Z|C)(i|y)r(i|y) (1). No sé cómo enteraste a todos de mi paradero. Pero todos me hicieron una plática tan tibia y amigable que me hizo sentir como de vuelta en casa. De pronto sabía que estaba de vuelta contigo. Ya eres mi familia. Me dijo Pini que los padres se vuelven, con el tiempo, la 'última línea de defensa'; que construyes día a día a tu familia. Hoy me empiezo a sentir cerca de tu familia.

De la plática sólo puedo decir que notaba esa emoción que en otra época pude haber sentido. Por momentos no pude evitar responder que no me encantaba estar lejos, que te necesito; que no hay NYC que sepa rico con esto que siento por tí y tanta distancia de por medio.

Me hiciste una rica cena. Empezaste a sentirte frustrada porque no habías ordenado ni preparado nada para mí y tu tío había salido por comida. Creo que en ese momento todavía no estaba bien taladrado en tu cabecita aquello que te dije una noche desde el hotel donde vivo mi exilio en CT: 'lujos y comodidades tengo acá por todos lados, lo que necesito es a tí; puedo dormir en el suelo...' Espero que a lo largo de los días hayas ido haciendo tuya esa idea. Interiorizándola y haciéndola tuya tanto como ya es mía.

Como siempre ocurre cuando me alimentas a altas horas de la noche, me ofreciste todo lo que tu ingenio, ternura y cariño combinados ideaban para mí: quesadillas, nopales, milanesas, 'DanUp'. Comí quesadillas y nopales. Quedé satisfecho; no sólo por la comida sino por esa sensación de llegar a la persona que te consiente y hace sentir importante y que alínea sus actividades para darte gusto. Eso siempre es reconfortante.

Platicamos y nos dijimos cuán felices estábamos de vernos y tocarnos de nuevo. Comenzaste a preparar un lugar para mí. Ocurrió algo que me impactó un poco. El colchoncito inflable que conseguiste para que yo pudiera estar cómodo no pudo ser inflado. Te molestaste contigo misma. Pocas veces he visto tanto coraje contra tí misma. No lo esperaba dada la naturaleza del momento, tan dulce y casi cursi. Tu frustración me empezó a lastimar, porque te agredías verbalmente. Me dolió verte así. Oírte tan molesta me hacía pensar que estabas sufriendo, YO estaba ya sufriendo. Te pedí que no te molestaras. Estabas molesta por no haber leído el manual. Pienso en este momento (9:46 P.M. EST) que probablemente había manera de utilizarlo conectado y que tampoco leí con cuidado el manual...

Te pedí que dejaras de sentirte así. Te insistí nuevamente que no era comodidad lo que quería, te insistí en haber viajado para estar contigo, para estar juntos y disfrutarnos.

Tuvimos un largo rato de ternura y vivimos nuestro idilio. Entregamos nuestros cuerpos al ser amado. Maravilloso como siempre, estridente, dulce, melódico, celestial e intenso. Hubo algo que querré recordar por siempre por tierno y magnánimo: ese instante en que, en una muestra más de cómo de no estar entregando tú el 100%, yo estoy recibiendo más del 100% de lo que espero de mi pareja en la existencia. Dijiste '...termina y mañana vemos'. Fue tentador. Mucho. Demasiado tentador. Lo dijimos muchísimas veces durante la ejecución de nuestro prólogo 'los hombres son como animalitos...'. Te dije también en innumerables ocasiones que peleo contra eso. Yo no tengo que pelear mucho con ello, sencillamente mis sentimientos por tí me dominan...

Decliné tu ofrecimiento. Te expliqué que a pesar de mis ideas 'amigables con el progreso y la tecnología', pienso que hay cosas que hacen daño a tu cuerpo. Pienso que detener procesos naturales con bombas químicas daña tu cuerpo a largo plazo. Tu cuerpo es el monumento que Dios y la naturaleza le hicieron a tu intelecto y tu corazón. Tu cuerpo me da los medios principales para interactuar con tu alma, tus sentimientos y pensamientos. Deseo cuidarlo. Después de todo, la sensación de que eres todita para mí (y que 'yo soy para tí...') estaba más que clara en la oferta, en la situación de fragilidad y completa entrega en la que me la estabas haciendo. Me sentí tan amado, tan tan, tan amado que exasperaste y llevaste al límite mi necesidad de expresarte cuánto te amo. Por eso rechacé tu ofrecimiento, por eso me atreví a darme ese lujo...

Espero no haberte lastimado. Reflexionando un poco, me doy cuenta que pude haberte lastimado mucho porque, cuando uno ofrece el recurso material más preciado que tiene y la oferta no es aceptada, la sensación de rechazo es algo automático. No te rechacé porque sí. Piensa que te rechacé en ese momento, en esos diez minutos, pero que es porque te estoy queriendo para mí diez décadas ó más. No quiero hipotecar nuestro futuro. Quiero que tengamos un futuro pleno con la menor cantidad de secuelas no-tan-buenas por las decisiones que tomemos ahora.

Entrada la madrugada intentamos dormir. Tratando de guardar la compostura, me quedé en el cuarto que dispusiste para mí. Bajaste la preciosa colcha que te regaló tu mami por tu cumpleaños (adelantado) y me arropaste con cuidado y cariño. Acordamos despertar a las nueve de la mañana. Nos despedimos por unas horas. Dormimos.

Al otro día desperté un poco antes de la hora que acordamos, a tí te despertó Zhezhi para pedirte el teléfono de Mario para poderse conectar desde casa, cosa que no pudo hacer dejándola con la necesidad de ir a la oficina y haciendo de su llamada-despertador algo inútil y que únicamente te quitó minutos de sueño, jijiji...

Yo me apresuré a recoger mi camita. No puedo explicar la alegría que sentí al abrir mis ojos y saberme en tu casa, contigo a unos metros. Viajé para tí, por tí y contigo. Me cepillé el cabello y traté de prepararme para cuando te viera. Te encontré y nos saludamos efusivamente. Nos pusimos de acuerdo con todos los involucrados y fuimos a comprar el desayuno: unos ricos sopes. El ritual del desayuno lo compartimos con tu abuelita, (S|Z|C)(i|y)r(i|y) y tu tío. Tu abue ofreció hacer sopes para nosotros. Creo que tendremos que ir a San Diego con los ingredientes listos para que podamos disfrutar de su sazón... ;)

Me diste oportunidad de lavar los trastes. Te preparaste para salir. Tu abue y tu tío estaban por salir. Tu tío tenía mucha prisa. En su desesperación salió antes y le pidió a tu abue que 'lo alcanzara en la papelería'. Tu abue tendría que caminar sola rumbo a la papelería. Sé que ella no sabía a qué papelería tenía que ir porque le diste instrucciones de cómo llegar. Yo ya había estado percibiendo que sentías que tú y yo 'teníamos mucho que hacer' y que teníamos 'prisa' y cosas por el estilo. Me gusta que me das un lugar. Me gusta que me hagas sentir tan importante. Tu abue también está de visita, me sentí tan importante como un familiar, más que un 'novio'. Gracias mi amor.

Yo, combinando esta sensación de poder e importancia junto con mi deseo por corresponder tu trato, te ofrecí que acompañáramos a 'la abue' (como te oí llamarla en más de una ocasión) para que le fuera todo más ágil a ella, a tu tío y tú le pudieras hacer sentir con hechos a tu adorada abue que es importante para tí pasar ratos con ella. La acompañamos y le tuvimos que dejar claro que no íbamos con ella por considerarla inútil, sino por querer pasar unos minutitos con ella y por facilitarle el encontrar la 'pape de perrito'. Todo salió de acuerdo al plan.

De vuelta en casa continuamos con el ritual del baño compartido. El baño es un ritual que compartimos tan tempranamente en nuestra relación. Es como algo inherente a ella. Nació con ella. La semana antes de mi partida nos bañamos juntos todos los días. Todos los días. Toda la semana, hasta que partí. Me doy cuenta cómo cuando estoy solo el ritual sólo es una actividad insípida (yo intento 'saborizarla' de manera artificial con mi jabón líquido Dove) si tú no estás.

Me fascinas. No sé si se te ocurrió así nada más (2). Nos aplicaste jabón líquido, hiciste tu magia. Me llevaste a lugares desconocidos por rutas sorprendentes. Inclusive detuviste el correr del agua. Lo logramos.

Con el temor de que mi memoria me traicione y olvide detalles importantes, dejaré el resto del relato para un siguiente post; solamente quería dejar salir ya esto que por tanto tiempo ha estado atrapado lejos de tí.

(1) Nota por favor la expresión regular: como ignoro la ortografía del nombre de la niña, la utilizo para denotar la familia de cadenas tales como 'Siri', 'Ziri', 'Ciri', 'Syri', 'Zyri', 'Cyri', 'Siry', 'Ziry', 'Ciry' y demás combinaciones, ¿tomaste un curso de autómatas ó compiladores...? jijijiji, esta es otra de esas idioteces computacionales que interrumpen mi pensamiento en todo momento y de manera aleatoria.

(2) No sé si mencionarlo aquí sea morboso ó exponer demasiados detalles. Tendré que platicarlo contigo más tarde, una vez que hayas leído esto.

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