La oleada de sensaciones me produce un frenesí que parece alimentarse a sí mismo.
Ayer tuve que hacer una pausa; a veces me emociono tanto que no sé cuándo cerrar mi boca. El comentario simplón que le hice a Pini sobre volver a ver a mi padre cuando ya no tuviera sentido fue algo que estuvo de más. No te presiones. Me inspiras una sensación de esperanza y fe que me hace pensar que prácticamente todo se dará a su tiempo. No apresuremos al tío, no nos apresuremos nosotros. Hagamos las cosas con el mayor tacto que nos sea posible y con tranquilidad.
En fin, después salí con mi comentario sobre los celos. No me interesa que hinches mi ego (más, jeje). No hago cosas para hacerte sentir celos. Para mí es tan, tan alienígena que me provoca un poco de vergüenza, mucha risa y, como te dije, algo de curiosidad. Como quiera que fuere, sé que irás dándome una pauta para que yo sepa qué cosas, actitudes, situaciones y gestos te incomodan. Soy tuyo, jamás lo olvides.
Antes de volver a casa y terminar el día en tus cariñosos y amorosos brazos, sucedió algo que me dejó impresionado; no sé si fue lo absurdo, lo contrastante, lo concordante -con estos intensos días- o simplemente pura casualidad...
Resulta que enmedio de la avenida Tezontle, algún trastornado dejó un sofá en llamas arder sin reparo alguno:
No tiene sentido. Muchas de mis conductas no lo tienen. Solamente están ahí, como cuando lloro y lloro...Te amo,
CM